sábado, 29 de octubre de 2011

'Kiosko y más' recibe el Premio a la Innovación Editorial dentro del sector digital


La multiplataforma digital Kiosko y más, que desde hace tres meses ofrece la visualización digital de más de 30 diarios y 60 revistas a sus lectores, ahora ha sido premiada en los  Ecomm Awards Duo 201.

La plataforma, desde su lanzamiento se ha ganado el reconocimiento del público que, desde sus dispositivos electrónicos, pueden consultar los ejemplares que no tienen ninguna diferencia con las versiones impresas. De igual forma, los lectores pueden ampliar el tamaño de la letra a su gusto, navegar por las distintas secciones del periódico, detenerse en un artículo, compartirlo en las redes sociales, enviarlo por correo electrónico o imprimirlo gracias a una red wifi.

Nuevas forma de recibir la información avanzan en la web 2.0, al igual que la forma de leer de las personas, Multiplataformas como Kiosko y más, ofrecen la posibilidad y desarrollo de nuevos hábitos en un mundo mucho más globalizado. 

Argentina, Aquí estoy...

La migración académica lleva a millones de jóvenes a buscar nuevas oportunidades en el exterior

Al Aeropuerto Internacional de Ezeiza, llegó un jueves a las cuatro de la madrugada. Nadie esperaba su llegada como la de un ser querido que viene de lejos, ni siquiera una cálida bienvenida le dio Buenos Aires,  “pues por ese tiempo, el frío es el pan de cada día”, asegura Santiago, mientras recuerda ese momento.

El camino en el taxi fue “incómodo”. Un total extraño lo recibió aquella noche para llevarlo a una pequeña habitación que había rentado en una pensión con anterioridad, donde estudiantes de todas partes del continente llegaban con sus mismas aspiraciones.

Ahora ya no había tiempo de lamentaciones,  su familia había invertido mucho en ese viaje. Para él, era la primera vez lejos de casa, siempre había estado al lado de su madre, desde que su padre falleció hace ya cuatro años. El destino ahora era otro, así lo había querido. Capricho o no, ahora estaba a miles de kilómetros de casa, sin nada más que dos maletas en las que empacó una vida nueva.

Argentina, mi presente y futuro

“Ahora todo el mundo se va para Argentina”, comentaba Santiago con ironía en las charlas de salón. Pero muy en el fondo, y tal vez, sólo tal vez, tenía la esperanza de que él, fuera uno de ese “mundo” del que tanto hablaba, una de esas 54.020 personas  que para el 2008 veían en Argentina una oportunidad para su futuro. Pero, ¿cuál era el motivo?, ¿cuál era la razón para dejarlo todo por una nueva vida?  

En Colombia, y en el mundo laboral, es visto con buenos ojos la experiencia que se adquiere en el extranjero. Es por esa razón, que jóvenes estudiantes en su mayoría entre los 20 y 28 años de edad, migran al extranjero en busca de nuevas posibilidades, en busca de experiencias que marquen su Hoja de Vida con buenas referencias. Por supuesto, Santiago era consciente del futuro que le esperaría si ese viaje a Argentina se realizaba. 

Así empezaría todo. Y aunque el panorama era incierto para principios de Febrero del 2010, las cosas tomaron su rumbo y todo, como lo había planeado, estaba en marcha. Contactos en Argentina, papeles, asuntos legales, y la universidad en la que cursaba para entonces segundo semestre de Comunicación Social, consumían a Santiago, pero no desfallecía por la recompensa que para él tendría el estar en tierras extranjeras.

Su madre, doña Girlesa Arroyave, trataría en mil y una ocasiones de cambiar el parecer de su hijo, no quería que estuviera lejos de casa, por lo menos, no por un tiempo. Pero la decisión ahora estaba tomada. Y para finales de noviembre, el semestre estaba por terminar, ahora el viaje era casi una realidad.
¿Deserción académica? No, Santiago así no lo veía, pues en Argentina, continuaría esa formación. Y no en cualquier universidad, sino que lo haría en una de las  catalogadas como las mejores de Latinoamérica. En la Universidad de Buenos Aires, continuaría el proceso del futuro Comunicador. 

 Argentina, es el país de América Latina con mayores niveles de Migración Académica
 
Buenos Aires, aquí estoy…

Luego de la llegada en el taxi, en la pensión, los ánimos estaban por el suelo, algunas lágrimas cayeron en la pequeña habitación. Nostalgia, nostalgia, pero como ya había dicho antes, no había tiempo para lamentaciones, no podía salir a la calle, tomar un taxi y regresar. Ahora, era un anhelo, el anhelo y la promesa de volver a casa.

Las mañanas en la pensión empezaban muy temprano, estudiantes partían hacia la universidad y algunos otros hacia sus trabajos, Santiago quedaba solo en la pensión. Pero, ¿acaso ya no estaba solo? Fue en ese momento que decidió hacer de su viaje una total aventura. Los primeros días empezaban luego del medio día y las noches para Santiago terminaban en la madrugada, pues mientras algunos debían cumplir con labores, su única obligación era descubrir Buenos Aires.
La situación económica no era la mejor para entonces. El descubrir Argentina no era nada barato y fue así que, poco a poco, los ahorros que llevaba consigo desde Medellín, lentamente desaparecían y de alguna forma no sabía en qué. El contrato en la pensión estaba por terminar, y no había dinero para pagar su propio piso. La solución, pensó, sería entonces pedir posada donde unos peruanos que en poco tiempo se convirtieron en su segunda familia. 

Pero ya no podría aguantar más esa situación. El vivir de “arrimado” no era lo de él. Tendría que encontrar, de alguna forma, la posibilidad de conseguir un sustento. Un sustento que le diera su propio espacio. Pero, mientras recorría las calles de Buenos Aires, repartiendo currículos en tiendas y restaurantes, era en esos momentos en que más extrañaba su casa, su habitación, la comida caliente de su madre. Y fue allí, que sentado en una banca de la calle Florida, recordó el día en que dijo adiós…

Adiós a mi madre

“En la mañana, nadie hablaba con nadie, era como si esa nostalgia nos hubiera invadido a todos, especialmente a mi mamá y a mí”. 8 de julio, registraba el tiquete de avión en el que partiría de Rionegro, Antioquia, con rumbo a Buenos Aires Argentina. Las maletas ya estaban hechas, de la habitación sólo había tomado su ropa, algunas cartas de amigos, y fotos familiares. Ese sería todo su equipaje, que en total llenaba dos maletas de toda una vida.


“Los pasajeros del vuelo de Aero República con destino a Quito”, por favor pasar a la sala de abordaje”. En ese momento y todo el esfuerzo, todos sus sueños empezaban a materializarse. El momento había llegado, en el que daría el adiós a su madre, para empezar desde cero.

El abordaje fue rápido, como si el destino quisiera que ya estuviera pisando tierras extranjeras. “Mi cámara me acompañó en cada momento. Fotos del aeropuerto, y de cuando empezaba a despegar el avión…” comenta Santiago, mientras enciende un cigarrillo que reconforta esa nostalgia que aún siente cuando habla de ese momento. 

Una parada en Quito, y otra en Lima, para luego, seis horas después llegar al destino final. En Buenos Aires, ya eran las cuatro de la madrugada, las calles desiertas y las luces del centro de la ciudad, abruman a Santiago. En cuanto salió del aeropuerto, sintió la necesidad de tomar un vuelo de regreso. “Esta ciudad tan grande, yo tan pequeñito, ¡yo qué voy a hacer acá!, esta cuidad me va a comer…”, fueron las primeras reacciones en su recorrido en el taxi.

   Los momentos de nostalgia llegan cuando recuerda la despedida de su madre.

 
“Mis Compinches” 

En Medellín dejó a Manuela, Estefanía y Alejandra, pero en Buenos Aires encontró a Lina y Marcela, unas paisanas que se convertirían en poco tiempo en sus secuaces. Descubrir Buenos Aires era la tarea, y aunque con un poco más de experiencia, Marcela los llevó por la Presidencia, la avenida Florida y la 9 de Julio, el Obelisco, la Plaza Italia y por supuesto Palermo.

 Lina Y Marcela fueron como el salvavidas de Santiago en los momentos de soledad

Las noches también eran la excusa para que los tres, ahora mejores amigos, salieran y disfrutaran de la vida nocturna, decadente y exclusiva que ofrecía la capital.

Pero, la situación no pintaba del todo bien. Santiago debería encontrar la forma de conseguir un sustento, que le ayudara a llevar la vida que tanto había anhelado. Y fue así que la tarea de buscar trabajo dio sus frutos. De algo había servido los currículos que repartió en la calle Florida. Su primer empleo no fue precisamente con el que había soñado, pero en algo tenía que ocuparse.

En un restaurante empezó a trabajar con Lina, quien tiempo después conseguiría trabajo en una agencia de viajes. Con tal suerte corrió Santiago, que para noviembre, la amiga con la que había trabajado, regresaría a Colombia, como término del intercambio que había acordado en Argentina, dejando así una vacante abierta. El trabajo en la agencia de viajes, ocupó sus días, mientras empezaban las clases en la UBA.

Los sueños y aspiraciones muchos jóvenes como Santiago, les llevan a dejar sus hogares en busca de nuevas oportunidades

El primer día del resto de mi vida  

Con muchas expectativas llegan los estudiantes a la Universidad de Buenos Aires (UBA). Nuevos retos y nuevas metas por alcanzar. Así mismo llegaría Santiago a la UBA. “Me sentía perdido, como el primer día en la Luis Amigó. No conocía a nadie, era como una persona nueva, renovada”.

Primer día de clase, Historia de Argentina. Santiago se había encontrado con que en la UBA, antes de iniciar cualquier carrera, debería pasar primero por el CBC o más conocido como el Ciclo Básico Común. Un curso en el cual, como primera medida, se debían aprobar 6 materias para integrarse a la carrera por la cual había llegado hasta ese lugar, Ciencias de la Comunicación Social.

Pero tan rápido como llegaron las expectativas, así mismo se fueron acabando. En las clases de Historia de Argentina, sólo podía callar y escuchar a sus compañeros hablar de Hernando de Magallanes o Juan de Garay. 

En total, dos meses duró el sueño de la UBA, pues entre el trabajo y los estudios, el tiempo no era precisamente un aliado. Fue entonces, cuando decidió cerrar los libros, alejarse de la Universidad de Buenos Aires y concentrarse en su nuevo trabajo.

Las cuestiones legales tampoco eran tema del pasado, la residencia temporaria que concede el Gobierno argentino a los estudiantes por el tiempo necesario para realizar los estudios en ese país, eran también un problema. El reglamento de Migraciones de Argentina, y más específicamente el Artículo 24, ampararía las intensiones por las cuales viajaría más de 4886.93 kilómetros en busca de sus sueños. Pero no fue así, de alguna forma, pensaba que todo por lo que había luchado era una farsa total.

No todo salía como lo había planeado, pero ¿a quién sí? Amigos y familia son los lazos que lo unen con su tierra. Algunos esperan ansiosos su llegada, mientras que otros le alientan a que persiga sus sueños, la realidad es que en algunos años, Argentina será casi imposible de costear para Santiago. Y mientras cuenta su historia, ya va por el tercer cigarrillo del paquete.